Bolsonaro sonríe como el Guasón pese a las malas noticias

Desde Brasilia

Riéndose como el Guasón. Este domingo cuando saludó a los grupos fascistas reunidos en el centro de Brasilia donde fue desplegado un cartel con la frase “las fake news no son delito” y se corearon consignas a favor de un golpe, Jair Bolsonaro repitió la misma carajada exhibida a menudo cuando suelta alguna broma al hablar con los periodistas frente a la residencia oficial, el Palacio de Alvorada. Son chistes concebidos para infantes, por lo primarios, aunque su autor los celebra como si fueran sagaces. A veces están cargados de homofobia, a veces son anticomunistas y con una frecuencia cada vez mayor son ataques contra la prensa, incluso la conservadora, de la que fue socio político hasta hace algún tiempo.

Los insultos y las amenazas de agresión física contra la prensa llegaron a tal punto que el lunes último los diarios O Globo (del multimedios hegemónico en el país ) y Folha de San Pablo, junto al portal de noticias UOL y la TV Bandeirantes anunciaron que dejaron de enviar a sus movileros al portón de Alvorada.

Con el fin de ofender, pero sobre todo intimidar a la respetada periodista Patricia Campos Mello, autora de artículos sobre una organización encargada de publicar fake news, meses atrás Bolsonaro hizo un juego de palabras insinuando que ella obtenía las informaciones a cambio de sexo. La frase fue rematada con la risotada tóxica, festejada por un grupo de simpatizantes, en su mayoría envangélicos, también reunidos frente el palacio oficial.

El método del capitán es simple: usar la burla como ardid para neutralizar cuestionamientos incómodos.

En otra ocasión, con media sonrisa, le preguntó a un periodista – el cual estaba interesado en saber por qué escondía los tests sobre el coronavirus – si quería tener relaciones homoafectivas con el presidente.

Con en los últimos días el jocker tropical dejó las chanzas de lado, o al menos no abusó de ellas, cuando el escándalo de las fake news llegó a mayores.

Por orden del Supremo Tribunal Federal fueron allanados o visitados los domicilios de 29 diputados, empresarios y blogueros bolsonaristas, todos sospechados de integrar o ser cómplices del “gabinete del odio” desde el cual se conciben noticias falsas y se intimida a políticos opositores, jueces e intelectuales.

Brasil entero sabe, y el voceros oficiosos del oficialismo llegan a admitirlo, que ese “gabinete” existe desde la campaña electoral de 2018.

Actualmente la usina de noticias fraguadas – menudean los mensajes en favor de un gobierno de facto – cuyas oficinas funcionan en el tercer piso del Palacio del Planalto, a metros del despacho presidencial. El jefe de la “organización delictiva” (así la llamó un juez del Supremo) es Carlos Bolsonaro, alias “02”, el segundo de los cuatro hijos del gobernante.

Hay dos procesos en el Supremo que parecen haber puesto al bolsonarismo contra las cuerdas: uno a cargo del juez Celso de Mello y otro sustanciado por Alexandre de Moraes.

Ambos magistrados fueron hostilizados por el gobernante la semana pasada durante una declaración, en tono de manifiesto inaugural de un régimen de facto, en el que bramó “ya basta, mierda” junto con la exigencia de que los procesos en cuestión sean archivados.

De no ser así, avisó, podrá surgir un “pseudodictador de derecha”, refiriéndose obviamente a un futuro gobierno suyo.

En paralelo el diputado Eduardo Bolsonaro, otro de los hijos presidenciales, éste conocido por el mote “03”, decía en una entrevista a un canal de youtube que “la cuestión no es si va a haber un golpe, la cuestión es cuándo” (transcripción casi textual de una frase dicha por alguien ajeno al dominio de la sintaxis portuguesa) .

Este domingo los diarios más importantes, ninguno de ellos progresista, publicaron un mensaje del juez Celso de Mello dirigido a los diez colegas del Supremo en el que asemeja la tensión imperante, agravada en los últimos días por el proceso de las noticias falsas, con el surgimiento del nazismo .

“Guardadas las debidas proporciones, el huevo de la serpiente, semejante al ( incubado ) durante la República de Weimar (1919-1933) está pronto a hacer eclosión en Brasil”.

“Es preciso resistir a la destrucción del orden democrático necesario (..) para evitar que ocurra (como en Alemania) cuando Hitler, después de ser elegido por el voto popular impuso un sistema totalitario”, escribió el juez.

La gravedad de esta coyuntura del régimen postdemocrático, es que su jefe, vencedor del ballottage de octube de 2018, parece interesado en llevarlo hasta el precipicio.

Esto porque el escándalo de las “fake news” amenaza derrumbar a un sistema de desinformación vital para mantener el pie al gobierno que depende de la adhesión del público más fanatizado, el cual representa su electorado cautivo.

El bolsonarismo llegó al poder enancado en las fake news y la alianza, ahora rota, con prensa corporativa, que dejó de contribuir a su propaganda. Y en algunos casos se comporta como frontal opositora al Planalto.

Sumadas a la labor del Supremo continúan las tareas de la Comisión Parlamentaria  Investigadora sobre las Fake News,, donde ya se reveló que el sistema obtuvo millones de dólares desde hace al menos dos años, durante la campaña en que Bolsonaro derrotó a Fernando Haddad, el postulante petista apadrinado de Luiz Inácio Lula da Silva, quien había sido proscripto cuando era el candidato favorito.

Hay más: el Tribunal Superior Electoral acaba de anunciar que pondrá la lupa sobre lo ocurrido en aqeullos comicios y que uno de los temas es cómo se engañó a los electores con millones de disparos de fake news enviados a los grupos de Whatsapp. Si quedara demostrado que hubo ésa y otras irregularidades podría ser destituida la fórmula Jair Bolsonaro- Hamilton Mourao. Se trata de una hipótesis por el momento lejana, pero no imposible. De allí que que el gobernante ha dejado de reir ( o no lo hace tanto) en los últimos días.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/269463-bolsonaro-sonrie-como-el-guason-pese-a-las-malas-noticias

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