"El socialismo no puede volver a equivocarse"

Las recientes declaraciones a Rosario/12 de uno de los integrantes de la mesa nacional de la mesa nacional del Socialismo, Eduardo Di Pollina, provocaron un sacudón en la estructura del partido de la rosa. De momento no pasó a mayores pero preludia una disputa interna inevitable que probablemente se dirima superadas la PASO, con los resultados sobre la mesa.

“Cuatro años más de Mauricio Macri serían devastadores para la Argentina”, declaró el diputado socialista que inmediatamente despejó las dudas acerca cuál es, en su sector, la opción preferida. “Lavagna-Urtubey no representan nuestras ideas, y a esta altura, ante el riesgo de otro periodo de Macri, el socialismo no puede volver a equivocarse”, dijo sin hacer explícito el apoyo a la fórmula Fernandez-Fernández, pero dejando abierta ésa como la única alternativa frente al proceso electoral. Estas declaraciones “movilizaron” al partido, que emitió un comunicado ratificando su pertenencia a Consenso Federal y sosteniendo las fórmula severamente objetada por la mayoría de la dirigencia santafesina, única provincia donde el PS tiene relevancia electoral.

Una semana antes, los intendentes electos de Rosario Pablo Javkin y de Santa Fe Emilio Jatón habían anunciado casi simultáneamente que no participarían de la campaña y que no respaldarían “una fórmula y una lista de legisladores para cuya conformación ni siquiera fuimos consultados”. Tanto el armado de la alianza como la lista que encabeza Enrique Estevez –primogénito del fundador del partido, Guillermo Estevez Boero— fueron producto de la impronta del gobernador saliente Miguel Lifschitz. De puño y letra,  Lifschitz armó la lista y cerró con Lavagna, aunque ese “cierre” fue forzado ya que se enteró a través de los medios que el compañero de fórmula del ex ministro de economía sería el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey. Para colmo, el anuncio se formalizó un par de días antes de los comicios en Santa Fe, que terminaron con doce años de gobiernos socialistas.

Si bien la presencia de Urtubey como vice no fue determinante para sellar esa suerte del comicio provincial, sumó a la pérdida de votos de sectores progresistas, lo mismo que las declaraciones unas semanas antes de Antonio Bonfatti ratificando su posición “anti-grieta” y reivindicando el voto en blanco que propició el partido que preside, en los comicios que consagraron a Mauricio Macri como presidente de la Nación. Sumando otro error -reconocido por ellos mismos- los dirigentes del sector que lidera el ex gobernador se desentendieron del armado nacional y se abocaron confiados a la elección provincial que marcó el final del ciclo socialista. “Era demasiado tarde ya…” se lamentó un encumbrado dirigente cercano a Bonfatti, que argumentó: “Estábamos metidos en la provincia, seguros que ganábamos y otro iba a ser el escenario”.

Pero ese “después” no fue lo que se esperaba, y entonces Bonfatti, como jefe del PS no tuvo más remedio que avalar lo actuado por Lifschitz, al menos hasta las PASO. Según el resultado se verá que ocurrirá de allí en adelante. Una de las explicaciones que se esgrimen es que lo que pasa en Santa Fe no se reproduce en ningún otro lugar del país. Ciertamente, ésta es la unica provincia que ha gobernado el socialismo, y aún derrotado, sigue conservando un caudal que supera el 35 por ciento. En Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, y Misiones hay candidatos a diputados por “Consenso Federal” que son del socialismo, y cualquier salida abrupta del espacio los dejaría con menos chances aún de llegar al parlamento. Otro tanto sucede con legisladores provinciales y municipales.

Sin duda, en Santa Fe la historia es diferente: allí está el baluarte del sector que está en crisis, no solo por la reciente derrota sino por una serie de situaciones que “evaluaremos puertas adentro después de las PASO”, dijo una autoridad partidaria que como la mayoría de sus pares no estuvo en la reciente visita de Lavagna a Rosario.

Sólo Lifschitz y los candidatos recibieron al también ex ministro de Economía de Kirchner y Duhalde. Las ausencias fueron más notorias que las presencias: Bonfatti, el presidente del bloque de diputados provinciales Ruben Galassi, la intendenta Mónica Fein, y el senador departamental Miguel Capiello, para citar los de más alto rango, tuvieron otras cosas que hacer en el momento en que el candidato llegaba a la ciudad en gira proselitista. Tampoco estuvo Urtubey –cuya participación sí estaba prevista- quien en ese momento estaba ordenando la represión a los docentes en su provincia.

No hubo descalificaciones a la actitud de Di Pollina. El más duro fue Lifschitz que lo llamó “díscolo”. Es que más allá de los posicionamientos ideológicos que emergen tras la derrota y son indisimulables, el cálculo político lleva a pensar que la performance de Lavagna-Urtubey será irrelevante en términos competitivos, ya que obtendría, según las encuestas en el mejor de los casos 20 puntos menos que el socialismo hace poco más de un mes en los comicios provinciales. 

“Salir de la grieta” fue el argumento que se utilizó para apuntalar una lista que rompiera la inevitable polarización. Paradójicamente “la grieta” se ha instalado en el seno del PS, y solo es cuestión de tiempo que se salde la disputa. Será después de las PASO, o si se demora, para la primera vuelta. Tal vez esa sea una oportunidad que se presente para una fuerza política cuyos militantes y dirigentes intenten torcer un destino que de momento asoma como triste, solitario y final. 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/208818-el-socialismo-no-puede-volver-a-equivocarse

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