El uso del lenguaje por los "intelectuales del PRO"

Mauricio Macri, el miércoles, a la salida de una reunión por la interna de Juntos por el Cambio: “Por supuesto que iría a una reunión con el Presidente, siempre y cuando deje de lado la destrucción de la palabra, porque si va a crear artificialmente conversaciones que no existieron, entonces va a ser difícil”. La reunión de la interna había sido un fracaso porque no asistieron las prima donnas, en pugna por el primer lugar en la lista de CABA, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal. El imitador presidencial, Luis Juez, insultó al presidente porque no se dedica “a conseguir vacunas, como la Pfizer, que tanto necesitan las criaturas”. Y un grupo de la cultura macrista difundió una carta donde equiparan a la Argentina con Nicaragua, Venezuela, Rusia, Filipinas, Bielorrusia y Hungría.

El contraste con lo que puede percibir un ciudadano común resulta notorio. Un expresidente que burló todas las promesas que hizo en la campaña acusa a otro de destrucción de la palabra. 

Igualar realidades tan diferentes entre sí y tan diferentes a la Argentina, como hizo este grupo de la cultura macrista resulta grotesco, revela poco conocimiento y un esquematismo que es enemigo de la cultura y más propio de extremismos. Obligados por la exigencia de la campaña electoral de la fuerza conservadora a la que pertenecen reducen las ideas a consignas panfletarias que los convierte en enemigos de la cultura.

Este grupo, entre los que se cuentan el cómico Alfredo Casero, la ensayista Beatriz Sarlo, la bioquímica Sandra Pitta, el escritor Federico Andahazi, los periodistas Miguel Wiñazki y Osvaldo Bazán y el pensador Juan José Sebreli, llama a votar por Juntos por el Cambio porque dicen, los gobierno populistas “nos mantienen en guardia contra peligros inexistentes como las dictaduras militares, los ‘poderes concentrados’, los ‘holdouts’, el campo, la ‘prensa hegemónica’— desarman uno a uno los resortes de la democracia republicana hasta convertirla en un mero membrete y una cáscara vacía”.

Estas personas actúan una forma de ignorancia. Los golpes militares “o de otro tipo” se han producido contra gobiernos populares, nunca contra los conservadores. En Bolivia hubo un golpe contra Evo Morales. En Brasil hubo un golpe judicial-mediático contra Dilma Rousseff y Lula. No se conocen golpes contra gobiernos derechistas aliados de Washington como el que alerta este grupo macrista. Y los golpistas han usado los mismos argumentos que usa esa carta para criticar a sus adversarios políticos.

Hay una causa judicial que Macri reactivó cuando era presidente porque afectaba a su grupo de empresas. Subrepticiamente trató de cerrar la deuda que tiene el grupo de empresas que él preside, con el Estado que él presidía, con una suma seis veces menor a la que correspondía. Favorecía a sus empresas en perjuicio del Estado. Como la fiscal Gabriela Boquin rechazó esa maniobra, Macri trató de removerla, pero antes perdió las elecciones.

En el caso del Correo hay protección mediática, negociado comercial aprovechándose del control del Estado y manipulación judicial. No está denunciado en la carta de la cultura macrista. Al no denunciarlas se convierten en cómplices, por lo menos en un plano “cultural”.

Es la “cultura” que se deduce de esa carta del grupo macrista. Hay un lenguaje y una realidad que desaparece. Declara que son “peligros inexistentes” las dictaduras militares en un país que ha sido vejado por numerosas dictaduras que contaron con la simpatía de sectores civiles conservadores, un pensamiento que representan los firmantes de la carta.

Otro poder inexistente para ellos serían los “poderes concentrados”, los “holdouts”, el campo, la “prensa hegemónica”. Desde la mirada de los sectores populares, esos son los dueños de la pelota, los que controlan el poder real. Pero ellos dicen que “son peligros inexistentes”. 

Una empresa no es una institución democrática ni tiene por qué serlo, defiende sus intereses y no los de la comunidad, nadie los vota. Pero no tiene que interferir con las instituciones de la República.

Esa “ignorancia” tan conveniente, niega lo que ellos mismos actuaron. Cuatro dirigentes del PRO, Luis Brandoni, Patricia Bullrich, y los diputados Waldo Wolff y Fernando Iglesias se reunieron cuando el Frente de Todos anunció que presentaría el proyecto de reforma del Ministerio Público Fiscal para hacer un video en defensa del Procurador interino Eduardo Casal. 

Cada una de las puntualizaciones que hace la carta han sido cometidas en realidad por el gobierno que ellos eligieron y no por el peronismo. Dicen que “aniquila el pluralismo, la disidencia y la diversidad”. Durante todos los años de gobierno peronista no hubo un solo local atacado de ninguna fuerza opositora. En cambio, han sido atacados a tiros o con bombas numerosos locales del peronismo y otras fuerzas que integran el Frente de Todos. En los ataques usaron consignas del macrismo.

Aniquilar el pluralismo es ahogar medios críticos quitándoles pauta publicitaria, como hicieron con Página/12, y con otros medios durante el gobierno macrista, o persiguiendo con la AFIP y fiscales y jueces adictos a los dueños de C5N para obligarlos a vender o cambiar la línea editorial. En los gobiernos peronistas hubo una ley antimonopólica de medios que, por el contrario, buscó garantizar el pluralismo.

La carta de este grupo no es importante, pero sirve para exponer el lenguaje negativo que usa la derecha “moderna”. En vez de defender sus ideas y sus prácticas, las critica, pero endosándoselas a su adversario. Critican lo que hacen ellos, como si el que los hiciera fuera otro, maldito y detestable.

Les pagaron más de lo que pedían a los holdouts y comenzaron una escalada de endeudamiento que arruinó el país y dicen que son un “peligro inexistente”.

En todo el mundo populista y no populista, periférico o central se están discutiendo regulaciones o leyes para encuadrar o limitar paraísos fiscales, deudas incobrables, combatir el lawfare, diluir el poder parademocrático de los corporaciones concentradas de comunicaciones (“prensa hegemónica”). En todo el mundo estos son “peligros existentes”. Pero esta gente dice que son “inexistentes” porque ellos los representan.

Pero “los poderes concentrados” y “la prensa hegemónica” constituyen un “peligro existente”.

El pedido de allanamiento de los laboratorios de AstraZeneca por una causa disparatada que acusa al gobierno de conspirar con esa empresa para retrasar la llegada de vacunas es una demostración de lawfare, otro “peligro inexistente”. El premio al “peligro inexistente” ha sido la intervención del Tribunal Superior de Justicia de CABA para arrebatarle al fuero comercial la causa del Correo, como quería Macri.

No está demás repetirlo. Si el lawfare no existe: ¿cómo se puede entender que aumenten la sentencia a Milagro Sala, por un hecho en el que ella no estuvo presente, que sucedió hace diez años, por lo que ya está prescripto, y en el que el único testigo es empleado del que la acusa?

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/350749-el-uso-del-lenguaje-por-los-intelectuales-del-pro

El uso del lenguaje por los "intelectuales del PRO"

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