Morirse en el desamparo

Sergio Zacariaz, de 52 años, le hizo caso a Mauricio Macri y se murió. Vivía, si eso es vivir, entre frazadas y cartones en pleno San Telmo y a cinco cuadras de la Casa Rosada.

El 11 de julio de 2016 dijo el Presidente: “Lo que les tengo que pedir es que por favor entendamos que la Argentina necesita que cada uno de nosotros sea responsable y consuma la mínima energía posible”. Y agregó: “Si están en sus casas en remera y en patas es porque están consumiendo energía de más”.

Zacariaz consumió energía de menos. Ni siquiera estaba en una casa sino en Perú y Belgrano. ¿Por qué vivía en la calle? ¿Por qué no tenía cómo guarecerse de una temperatura que en la mañana de San Telmo era de un grado? ¿Qué autoridad seguía su caso? ¿Quién se hizo cargo de Zacariaz en vida de Zacariaz? ¿Quién se hizo cargo de por qué murió Zacariaz? Para que nadie se obsesione con juicios y condenas, antes del Código Penal viene el Estado. El responsable primario por las condiciones de vida de los ciudadanos en el Estado nacional se llama Mauricio Macri. El responsable primario por las condiciones de vida de los porteños se llama Horacio Rodríguez Larreta. Hasta las 20.30 del 1° de julio de 2019 ninguno de los dos había proferido nada. Ni palabra ni comunicado. Calló también la ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley.

En todo el mundo hay gente que muere de frío. Pero la clave no es pensar en términos de accidente porque los muertos no son alpinistas temerarios en medio de un alud. Un muerto en el frío es una vida que pudo resguardarse o que, al menos, merecía un esfuerzo estatal. Tampoco es una clave la estadística. Los números globales no impiden pensar que cada vida vale.

En empatía política Macri no es siquiera George Bush hijo, que se definía a sí mismo como un “conservador compasivo”. En la Argentina de hoy faltan políticas sociales eficaces para mitigar la indigencia, políticas de empleo para resolver la pobreza y compasión para focalizar en la solución de los casos extremos.

El humo del arreglo entre el Mercosur y la Unión Europea (porque información oficial precisa no existe, y entonces hay derecho a pensar que se trata de puro humo de campaña) tiene el mismo espíritu que la política responsable por la muerte de Zacariaz. El espíritu es darwiniano: si no sobreviviste, por algo será. La consultora Abeceb dijo que “los sectores que más chances tienen de aprovechar el acuerdo son aquellos en los que la Argentina se muestra competitiva actualmente”, como pesca y carne bovina, frutas, miel y algunas variedades de vino. Los que afrontan el mayor reto futuro son los productos “relacionados a la metalmecánica, como ser la industria automotriz, los autopartistas, las empresas productoras de bienes de capital y los productos metálicos”. El principal accionista de la consultora Abeceb era, hasta que asumió como ministro, Dante Sica. El mismo que ahora elogia el presunto acuerdo con la Unión Europea porque “genera calidad institucional, reglas claras, transparencia y previsibilidad frente al mundo”.

El megaempresario Gustavo Grobocopatel les dijo a Daniel Santoro y José Luis Brea en Radio Millenium, que la negociación tiene que “dar suficiente tiempo para las adaptaciones necesarias a fin de que el costo sea el menor posible”. Brea lo consultó por las “asimetrías”. Grobocopatel respondió que “tenemos tiempo para hacer una transformación en la dirección de Europa” y tener el desarrollo y las finanzas de Europa. “Hay que permitir que haya sectores que desaparezcan pero el principal no es ése sino hacer que haya mucho sectores nuevos que aparezcan.” Explicó, eso sí, que debería haber más nuevos que aparezcan que viejos en extinción. Buenos deseos pero, otra vez, la selección de las especies de Darwin. Una idea opuesta no ya al bloque soviético, que se desplomó en 1991, sino a la propia construcción europea en su mejor época. En la década del ’80 Alemania subsidió a España para ayudarla a crear industrias que suplieran a los astilleros y las acerías que sucumbirían con la integración. No solo hubo tiempo sino recursos financieros.

Francis Galton (1822-1911) se inspiró en la noción de su primo Charles Darwin (1809-1882) según la cual la evolución de los organismos vivos responde a la selección natural de las especies en favor de las más fuertes. Galton desarrolló la eugenesia, una disciplina que cree en las diferencias innatas y no sociales y privilegia el aumento deliberado de los patrones físicos e intelectuales de las élites de una nación para conseguir que esa nación sobreviva.

Zacariaz como persona y la Argentina como país son dos víctimas de esta nueva eugenesia que entusiasma a Macri.

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/203839-morirse-en-el-desamparo

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