La Historia no siempre debe repetirse

El cuestionado Decreto 949/20 –emitido por el desdichado ex ministro de Transportes Mario Meoni, quien condujo ese Ministerio en los inicios del actual gobierno y hasta su trágico fin– es siempre mencionado como ejemplo de un modelo extranjerizador repudiable. No obstante algunos expertos recordaron esta semana, para esta columna, otros antecedentes. Como que mucho antes de ese Decreto ya se había denunciado –durante el gobierno de CFK– que el entonces Ministro de Transportes, Florencio Randazzo, impulsaba renovar las concesiones menemistas en el puerto de Buenos Aires.

Varios años después cabe recordar esa información, ahora provista para esta columna por el ingeniero naval Horacio Tettamanti, quien fuera Subsecretario de Puertos y Vías Navegables en el último gobierno kirchnerista, y, como tal, firmante de la Disposición 1108/13, que expresamente se oponía a que la “Argentina siga entregando la concesión de nuestros puertos a las navieras internacionales” porque ello derivaría en una “dependencia colonial logística que le pone al comercio exterior una limitante estructural”.

Tettamanti defendió en aquellos tiempos “la decisión de la entonces Presidenta de avanzar con la 1108, que evitaba que las navieras conformaran un modelo logístico para maximizar sus rentas y que además ya habían hecho del puerto de Buenos Aires una especie de furgón de cola del puerto de Montevideo. Con la 1108 les bloqueamos la posibilidad de manejar nuestro comercio exterior desde una plaza extranjera y los obligamos a hacerlo desde puertos argentinos y a pagar los servicios en el país”.

Sin embargo aquello duró poco. Tettamanti recuerda que “Macri inauguró su lapicera de presidente con el decreto que anuló la 1108 habilitando nuevamente a Montevideo como cabecera de nuestras exportaciones y vía principal de la fuga de divisas”. Lo que demuestra, dice hoy, que es evidente que en materia portuaria y logística las políticas son indiferentes a los gobiernos: la línea Randazzo-Dietrich-Meoni-Guerrera responde y ha respondido siempre a los mismos intereses”. Lo que es indesmentible en los hechos y demuestra que no es ficción el severo título del extraordinario estudio de Luciano Orellano titulado “La Argentina sangra por las barrancas del río Paraná”, a presentarse esta semana en la Feria del Libro porteña.

Sin embargo, y visto en retrospectiva, fue penoso que uno de los primeros actos de gobierno de Alberto Fernández fuese, a través del ministro Meoni, confirmar el proyecto de privatización del Río Paraná que impulsaban Macri y las Bolsas de Comercio y de Cereales, para consolidar el modelo menemista a favor de los monopolios portuarios de Rosario y de Buenos Aires. Lo cierto es que las concesiones fueron prorrogadas por resolución de Meoni y con el firme apoyo de los gremios portuarios.

Lo anterior explicaría, acaso, el empecinamiento gubernamental en sostener la vigencia del nefasto Decreto 949/20, que desde esta columna y otros sectores se busca derogar por considerársela una vulgar pieza de colonialismo, ya que ha abierto el camino hacia la completa reprivatización del Río Paraná y del Río de la Plata. A menos que el Presidente Alberto Fernández detenga semejante desatino superando la presión de la Bolsa rosarina y los Puertos Privados, que es enorme, al punto que circula la especie de que habrían financiado estudios con dudosas evidencias y amañadas informaciones. Y especialmente con la idea de llevar el puerto de Glencore o Renova (ex Vicentín y de capitales británico-suizos en un 66%) a una profundidad de 42 pies en la desembocadura del río Coronda cuando entra en el Paraná, lo que es sencillamente una locura, pero proyecto que sería una exigencia del FMI y que, de hacerse, podría significar el principio del fin de la Argentina exportadora.

Lo anterior es coherente, queda claro, con la sostenida intención de las más de 30 empresas transnacionales que hoy son las dueñas de hecho del río Paraná, y cuyo objetivo final ha sido y sigue siendo convertir a ambos ríos (el Paraná y el Plata) en vías internacionales de libre navegabilidad sin control soberano, que es el verdadero propósito de las más grandes corporaciones transnacionales, entre ellas Hamburg Sud y Maersk.

La licitación que pretende impulsar, ahora con sugestiva urgencia, el Ministerio de Transporte para el dragado de los ríos Paraná y De la Plata está basada, sigue Tettamenti, en “un estudio técnico fraudulento que falsifica evidencias e incurre en malversación de informaciones. Hemos acreditado las evidencias que dan esto por probado”. Todo lo cual tornaría oportuno, y urgente, que el presidente Fernández suspenda este proceso derogando de una vez el Decreto 949/20 y poniendo en marcha el Canal Magdalena para que la navegación retorne a los cauces naturales, porque de lo contrario el actual camino de entrega sistemática nos dejará un país sin futuro”.

Grave es también, concluye, que los “estudios incurren en fallas y faltas al arte y ciencia de la ingeniería, por más que se respalden en el Centro Argentino de Ingenieros (CAI) y en la Academia Nacional de Ingeniería con la firma de su presidente, el ingeniero Manuel Solanet, quien fuera Secretario de Hacienda de Domingo Cavallo. Lo que de paso muestra hasta qué punto los tradicionales institutos argentinos están infiltrados por intereses foráneos”. Esta columna también recabó la opinión de otra experta, ésta de Tierra del Fuego, la ingeniera mecánica Alejandra Portatadino, quien es cofundadora de “Ingeniería sin fronteras” y ahora trabaja en el Astillero Río Santiago en la restauración del velero “La Sanmartiniana”. Ella detalló “como nota de color” que “en el CAI en la última Asamblea de socios para aprobar el Balance 2021 me opuse a que se designara como socio honorario a un miembro del Parlamento Británico presentado por el presidente, Pablo Bereciartúa”.

Paradojalmente, cabe citar también a Estanislao Zeballos, quien en 1890 y siendo Canciller durante la presidencia de Carlos Pellegrini, impulsó la “necesaria reorganización de los ferrocarriles y demás medios de transportes, para reducirlos a un sistema en que predomine el interés nacional como único medio de defender los derechos de la producción argentina contra intereses privados, legítimos, ciertamente, pero que comienzan a predominar en nuestras administraciones, en la prensa y en los círculos políticos, excediéndose de tal suerte que se debilitan las esperanzas de controlarlos.”

Como cierre curioso y acaso forzado de esta nota, pero con intento aliviador, cabe citar lo que a este columnista le dijo Carlitos, acomodador de coches en la Plaza 25 de Mayo de Resistencia: “No sé qué piense usté, Maestro, pero para mí la inmensa mayoría ciudadana de este país no quiere que la gobierne un Frente de Todos Juntos por el Cambio, ¿no?”. Lo dijo con una sonrisa, claro está. 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/420340-la-historia-no-siempre-debe-repetirse

La Historia no siempre debe repetirse

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