Dynasties

Son pocas las diferencias que separan a los dos precandidatos a presidente de Juntos por el Cambio, sobre todo si nos fijamos en su situación económica y familiar, y por ende en las clases sociales a las que representan y defienden.

La Casa Bullrich dispuso y realizó, durante más de cien años, los remates de ganado en la Argentina, así como de arte e inmuebles. Llegó a vender 600 mil cabezas de vacunos por año y alcanzó a administrar cerca de 150 mil hectáreas repartidas en 50 propiedades rurales en territorio de unas seis provincias. El origen de la saga hay que buscarlo en un tal Augusto Bullrich, un prusiano que había llegado a Buenos Aires como prisionero de guerra, atrapado como soldado enemigo durante la guerra con Brasil, y luego de su liberación se había asentado en la ciudad. Tuvo un hijo, Adolfo Bullrich, nacido en 1833, fundador de la casa de remates que se encargó tanto de propiedades rurales (campos ganados durante la llamada Conquista del Desierto) como de muebles. Esta casa es el punto de partida de la fortuna de la familia Bullrich.

Adolfo Bullrich hizo estudios en Alemania, participó como militar en la Guardia Nacional y fue iniciado en la masonería en 1869.​ En 1867, fundó Adolfo Bullrich y Cía., la casa de remates que lo llevó a dirigir el Banco Hipotecario. ​También actuó como juez de paz en Buenos Aires. Tiempo después, en 1898, fue nombrado intendente de la Ciudad de Buenos Aires por el presidente Julio Argentino Roca.

Entre los hechos de importancia de su gestión se destacan la clausura de los Corrales Viejos y la planificación en sus terrenos del Parque de los Patricios, a cargo del paisajista francés Carlos Thays; la organización de los festejos de recepción del presidente brasileño Campos Salles, quien arribó al Puerto Madero el 25 de octubre de 1900;​ y el nombramiento del aviador Jorge Newbery como director general de Alumbrado Público, también en 1900.​ Fue sucedido en su cargo a fines de 1902, por Alberto Casares. Murió en 1904, en París. Sus restos se encuentran en el Cementerio de la Recoleta. Su tataranieto, Esteban Bullrich, fue ministro de Educación y Deportes de la Nación, senador nacional, y diputado nacional, mientras que su sobrina bisnieta Patricia Bullrich fue ministra de Trabajo con Fernando de la Rúa, ministra de Seguridad de la Nación con Mauricio Macri, y diputada nacional. La flamante sede que aún conserva el apellido en su fachada se inauguró en 1921. Sin embargo, el funcionamiento de la firma no se reducía solo a su espacio en la Capital. Para 1923, Bullrich sumaba sucursales en Chascomús, 30 de Agosto, Estación La Larga, Necochea, Venado Tuerto y General Villegas, entre otras plazas.

La familia, al menos el apellido, tuvo su literata importante, Silvina Bullrich, quien brilló con fuerza en los sesenta-setenta. Experta en literatura francesa, tradujo entre otras grandes autoras a Natalie Sarraute, una de la creadoras del “nouveau roman”. Autora realista, describió bien su medio social y sus problemas, y se destacó con algunas novelas que, como se dice, “tuvieron éxito”: Los burgueses (1964), Los salvadores de la patria (1965), Los monstruos sagrados (1971). También en los movidos 60-70 fue conocido un caso singular, un Bullrich (Santiago), buen poeta, declaradamente comunista, del que han quedado algunos textos rescatables. Oda telegráfica a Tenochtitlán, Cuadernos de Narciso, y otros

Tampoco Horacio Rodríguez Larreta es un pobretón o un “parvenu”. Su linaje se enclava en la más augusta Guipuzcoa, del ayuntamiento de Andoáin, en España. Algunas ramas del árbol pasaron a Navarra y a su capital, Pamplona, desde donde partieron varios miembros a Lima y a Buenos Aires.

Ya para principios del siglo XIX, tras la Independencia, se los encuentra en Buenos Aires, entrelazados con lo más rancio de la oligarquía terrateniente argentina. Con solo observar su árbol genealógico se da con el apellido Larreta unido a los de más altas rentas de esa clase social: Álzaga Unzué, Pereyra-Iraola, Anchorena, Marcó del Pont, Peralta-Ramos, Blaquier, Santamarina, Díaz-Alberdi, Patrón-Costas, Beláustegui, Martínez de Hoz… Cuando se conforma el Estado nacional, después de la mitad del siglo XIX, durante el período de gobiernos oligárquicos, hay apellidos Larreta actuando como embajadores en Europa, cancilleres, presidentes del Jockey Club, dueños de diarios y ferrocarriles, y muchos otros altos cargos públicos y privados.

Horacio Rodríguez Larreta (hermano del bisabuelo del actual) se desempeñó como Procurador General de la Nación entre 1923 y 1935, teniendo el particular “honor” de haber sido uno de los que otorgó legitimidad legal al golpe de Estado del general Uriburu contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, en septiembre de 1930, sentando un nefasto precedente en nuestro país. En esa ocasión, la resolución firmada por Larreta y los miembros de la Corte Suprema de Justicia rezaba: “Esta Corte ha declarado, respecto de los funcionarios de hecho, que la doctrina constitucional e internacional se uniforma en el sentido de dar validez a sus actos, cualquiera que pueda ser el vicio o deficiencia de sus nombramientos o de su elección”. El padre del actual jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta Leloir, fue un importante miembro del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el partido de Arturo Frondizi, y llegó a ser el ahijado político de Rodolfo Frigerio, uno de los principales fundadores y representantes del desarrollismo. Posteriormente, acompañaría en su gestión a Oscar Camilión, quien había sido ministro de Relaciones Exteriores bajo la dictadura, como ministro de Defensa de Carlos Menem. Además, era un importante terrateniente y productor agropecuario.

Hubo también algún destacado literato. Enrique (tío bisabuelo de Horacio), quien produjo muchos textos valiosos del Modernismo. E intentó con una novela, La gloria de Don Ramiro, el enorme esfuerzo realista de hacer hablar en el español de la Colonia un texto argentino del año 1908. Su novela Zogoibi, de 1926, en cambio, está ambientada en las pampas argentinas. Sus amigos (malos) de Florida y Martín Fierro la consagraron como la peor novela del año.

* Mario Goloboff es escritor, docente universitario.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/548837-dynasties

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