Juan Sartori sería un aspirante ideal para la alcaldía de la glamorosa Punta del Este. Pero no, su deseo va mucho más allá: pretende gobernar Uruguay a los 38 años. Precandidato a la presidencia por el Partido Blanco – debería ganar las internas del 30 de junio – este joven millonario se transformó en la cara nueva y polémica de la política oriental. La mayor parte de su vida la pasó en el exterior donde estudió, se enriqueció e hizo tantos negocios con su Union Agriculture Group (UAG) que llegó a acumular más de 80 mil hectáreas de campos en su país. En su página web dice que “supo construir una carrera empresarial exitosa, emprendiendo desde cero y buscando siempre la superación en cada proyecto”. Sus detractores, ex accionistas de su grupo que lo vieron crecer, dicen que es “un fraude” y “un experto en corrupción”, como Charles Brown, del Lake House Group con sede en Hong Kong.
Este joven de sonrisa fácil, casado con una millonaria rusa llamada Ekaterina Rybolovleva, es también el yerno de un magnate que supo hacer negocios con Donald Trump. Su suegro Dmitri Rybolovlev es el dueño del club Mónaco francés y él mismo es accionista del Sunderland inglés. Cuando la rubia Ekaterina cumplió 25 años le regaló la isla de Skorpios que perteneció a Aristóteles Onassis. Ahí se casaron con Sartori en octubre de 2015. Ahora la pareja va por un objetivo mayor, aunque el precandidato la tendrá muy difícil más allá de su crecimiento en las encuestas.
Para transformarse en el representante del Partido Nacional en las elecciones nacionales del 27 de octubre debería derrotar a Luis Lacalle Pou en las internas. Según una encuesta de Factum conocida a principios de mayo, el senador tiene el 50 % de adhesión y su rival apenas el 23 %. En otra de la consultora Cifra los porcentajes son del 42 y 22. Pero el dato a tomar en cuenta es que hasta el 2018, Sartori era un perfecto desconocido. Un outsider de la política que acaba de pasar a Jorge Larrañaga –el candidato que le peleaba el primer puesto a Lacalle Pou–, en las pesquisas electorales de su partido. Los blancos están muy cerca del Frente Amplio en la intención de voto para los comicios generales. En ese contexto la figura de Sartori no puede soslayarse.
El aspirante a la presidencia nació el 6 de febrero de 1981 en el hospital Italiano de Montevideo. Hasta los 12 años vivió en la capital uruguaya, donde estudió en el Saint Catherine School. Como su madre es socióloga y aceptó una propuesta de trabajo en Naciones Unidas, se mudaron a Francia y después a Suiza, donde su hijo estudió Economía en la École des Hautes Études Commerciales de Lausana. Sartori comenzó su trayectoria en el mundo de los negocios en Ginebra y cuatro años después fundó su grupo UAG en Uruguay. Se dedicó a comerciar arándanos y luego se extendió a otras actividades agrícolas. Su diversificación productiva no demoró en concretarse. Además de campos, empezó a comprar vacas. Al 2014 su compañía era la más grande en su rubro del país, con 180.000 hectáreas y 85.000 cabezas de ganado.
Su crecimiento ha sido tratado en detalle por la prensa local. En un extenso artículo de Búsqueda, el periodista Guillermo Draper señala que hasta sus detractores lo consideran un tipo “brillante” para los negocios. Se relacionó por igual con el ex premier británico Tony Blair –un reconocido lobista internacional – como con la CIC (China Investment Corporation). Pero esa expansión de Sartori comenzó a alimentar sospechas de que algo no cerraba.
En 2011 tenía el 5% de las acciones de UAG, desde ahí pasó a ser uno de sus principales accionistas, se alejó del grupo en junio del 2018 y terminó acusado por sus pares de transferir ingresos corporativos para su propio beneficio. Brown le dijo a Búsqueda que el ahora precandidato “desvió dinero de la UAG a sus gastos personales y a los gastos de sus compañías en otros sectores”. En una conversación telefónica con el presidente del Lake House Group citada por el mismo medio, éste declaró que “es un experto en corrupción Sartori. Aunque no es tan experto, porque si fuera un gran experto, no estaríamos teniendo esta conversación”. Tajante, Brown agregó que “es un fraude. Y en Hong Kong no tenemos tiempo para los corruptos”.
Las informaciones de este tipo que comenzaban a circular sobre Sartori provocaron que el presidente de la Cámara de Diputados e integrante del Partido Nacional, Jorge Gandini, lo invitara a pasar por la Comisión de Ética de esa fuerza política. Su opinión no es de las que corren al joven millonario por izquierda. Gandini elogió a la dictadura militar uruguaya en un acto realizado en el Congreso el 5 de septiembre del año pasado y dijo que sintió vergüenza porque el gobierno de Tabaré Vázquez envió un representante a Venezuela cuando asumió la presidencia Nicolás Maduro. O sea, Sartori se presenta como lo nuevo en un partido donde hay opiniones tan derechistas como las de Gandini. Eso explica en parte su crecimiento bajo la agrupación que necesitó para postularse, Todo por el pueblo, que fue fundada por el abogado Alem García. El mismo que lo defiende de las críticas de “paracaidista” con un argumento de peso: “Cuando había que hacer campañas financieras en cada elección sabían quién era, dónde vivía, y le iban a tocar el timbre”. El dirigente blanco incluso va más allá cuando señala que “es la tercera vía y algo más que la tercera vía, porque llenó el espacio que estaba vacío dentro del partido pero además está recibiendo la adhesión de gente de afuera”.
La mediática irrupción de Sartori en la política uruguaya lo ubica haciendo campaña diariamente por el interior del país. Por ahora parecen no hacerle mella las imputaciones de que es “deudor irrecuperable” del Banco República – la Justicia lo embargó en 4 millones de dólares por eso– o que otras entidades financieras lo definieron como “deudor con capacidad de pago muy comprometida” por mantener compromisos impagos a 2018 por alrededor de 63 millones de dólares, de los cuales 49 millones habían vencido. Aun menos perjudicaron su lanzamiento político las sospechas de que tiene sociedades offshore en paraísos fiscales. En esas informaciones y en que no está preparado para ser presidente se basan las acusaciones para sacarlo del partido electoral que se juega en Uruguay.
Sartori propone el llamado “presupuesto cero”, un eslogan que hace recordar a uno parecido a este lado del Río de La Plata que incluía otra palabra: pobreza. El empresario que gusta jugar bastante seguido al fútbol también tiene en común con Mauricio Macri el perfil de consultores que busca para asesorarse. El presidente argentino eligió a Jaime Durán Barba, un hombre de dudosos métodos electorales y campañas sucias. El precandidato uruguayo al venezolano Juan José Rendón llamado el “mago de la propaganda negra”. Un hombre temido y capaz de destruir la reputación de quienes compiten contra los candidatos que eligen contratarlo.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/197880-el-precandidato-de-los-millones