Desde París
De las cuatro fuerzas políticas presentes con ascendentes en el Europarlamento, la derecha (con los liberales), la ultraderecha, la social democracia y la izquierda radical, la primera busca contener el avance de la segunda, los populistas grises se fijaron el objetivo de conquistar Europa, la tercera se prepara a sufrir un nuevo recorte de su electorado y la última se ha puesto en orden de batalla para redefinir a la izquierda europea a través de un pacto con otros seis partidos situados a la izquierda de la izquierda: Francia Insumisa en Francia, Podemos en España, El Blocco en Portugal, La Alianza de Izquierda de Finlandia, el Partido de Izquierda de Suecia y la Alianza Roja Verde de Dinamarca. Ni los alemanes de La Izquierda, ni los italianos de Libres e Iguales o los griegos de Syriza integran esta euro coalición que se presentó el pasado 11 de mayo en un mitin electoral organizado en el puerto de Marsella. Con respecto a Syriza, Jean-Luc Mélenchon siempre consideró que “luego de la capitulación” del Primer Ministro griego Alexis Tsipras, hace cuatro años, cuando Tsipras implementó el memorando europeo (políticas de austeridad), su partido no tenía más cabida dentro del euroradicalismo de izquierda. En una entrevista publicada en 2018 por el portal Mediapart, Mélenchon admitió que esa decisión del jefe del Ejecutivo griego “nos mató desde el interior”.
La idea nació en Francia en 2018 en el seno del partido de Jean-Luc Mélenchon, Francia Insumisa, y empezó a plasmarse en Portugal durante el primer trimestre. Se trató entonces de sentar las bases de una “izquierda de ruptura” a través de un texto fundacional seguido de una estrategia aplicada en común y un grupo bautizado “El Pueblo Ahora”. Estos partidos constatan que en Europa existen “partidos populares humanistas y progresistas dispuestos a trabajar juntos”. Este principio de una unión entre las izquierdas radicales contrasta con la situación en Francia. Ni el Partido Comunista, los socialistas, los Radicales de Izquierda, los ecologistas, Fuerza Obrera y Francia Insumisa lograron formar una coalición con vistas a las elecciones europeas del próximo 26 de mayo. Si lo hubiesen hecho, habrían alcanzado más del 27% de los votos, bastante más que los dos partidos que están hoy a la cabeza en los sondeos, el partido presidencial La República en Marcha, 22%, y la extrema derecha de Marine Le Pen, el Reagrupamiento Nacional, también 22%. Pero lo que no se plasmó en Francia se intentó a escala europea con el ideal de inaugurar una “nueva era para una izquierda que pone al ser humano en el centro de sus preocupaciones”. Pese a los mares contrariados, a los propios desacuerdos de los partidos incluidos en El Pueblo Ahora, a la competencia de la socialdemocracia que se fue corriendo cada vez más a la izquierda, a los otros partidos de Izquierda y a la sordera del electorado en lo que atañe a las cuestiones sociales, la coalición radical anhela forjarse como una alternativa legitima frente a la socialdemocracia y a los ecologistas y, sobre todo, como una fuerza de contención ante el liberalismo europeo.
Las dificultades son importantes. Por un lado, en Francia está la pérdida de dinámica de Jean-Luc Mélenchon. Obtuvo 20% en las presidenciales de 2017, 11% en las legislativas y ahora los sondeos los sitúan en torno a un 10%. La izquierda radical italiana de Libres e Iguales no tiene gran proyección mientras que las de Dinamarca, Finlandia y Suecia constituyen más bien fuerzas de sostén que de propulsión. Quedan los otros dos partidos más poderosos dentro de la coalición, igualados en las encuestas con Francia Insumisa: Podemos en España y El Blocco en Portugal. Luego, está la certeza de una abstención importante (se estima que el 60% del electorado no votará). En el horizonte se mueve igualmente la amenaza de una extrema derecha en plena pujanza que ha sabido captar el voto de las clases populares más reacias a la construcción europea y a las cuales la izquierda radical no accede plenamente. Con todo, el Pueblo Ahora mantiene su narrativa abiertamente social. Desde su fundación no ha cesado de golpear en lo que, algunos meses después, el movimiento de los chalecos amarillos escenificó en las rotondas y las ciudades de Francia: “Europa nunca fue tan rica como hoy, pero, también, jamás fue tan desigual” (texto de Lisboa, 2018). La coalición de izquierda europea radical se sueña como una voz de equilibrios entre el extremismo de los mercados, el pactismo de la social democracia y la extrema derecha. El Pueblo ahora también tiene una aspiración más que consiste en crear o integrar un grupo parlamentario autónomo dentro de la eurocámara. Crearlo no puede porque hacen falta siete partidos para ello. Por ello, podría haber una posibilidad de pasar a formar parte del quinto grupo dentro del Parlamento Europeo, IUE/IVN, Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde nórdica. Este grupo de la izquierda antiliberal le permitiría a la naciente coalición de partidos oriundos de la izquierda de ruptura tener mucha más influencia en el Parlamento Europeo. El Pueblo Ahora se juega en esta consulta casi continental sus posibilidades futuras de volverse auténticamente una opción capaz de iniciar la reconstrucción de una izquierda atomizada y aislada por la oferta de los exitosos populismos de la extrema derecha.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/194313-izquierdas-unidas-pero-rupturistas