Lo peor y lo mejor  

Hace 4 años muchos imaginábamos un festejo de los 40 años de democracia mucho más tranquilo. 

Todo explotó por el aire.

En las primarias del 13 de agosto apareció un subsuelo sublevado. Se juntaron atrás de la boleta violeta los que añoran el menemismo y los noventa, los que están fuera de toda o de casi toda política pública (o creen estarlo), los trabajadores más precarizados, a los que no les llegaron las mieles del progresismo y la dictadura les queda muy lejos para que les importe.

Un país intenso, pero con opciones racionales como en general viene siendo la Argentina, puede elegir hoy darle el gobierno a un programa de autodestrucción nacional, con el aplauso de represores presos y reivindicadores del genocidio y gran parte de la clase media macrista que es muchísima.

Hay clima de revancha contra el progresismo, contra el peronismo, contra el kirchnerismo, contra el feminismo, contra las universidades públicas, contra cualquier intento de autonomía nacional, entre otras varias cosas.

Esta campaña soltó espíritus y demonios y mostró lo peor y lo mejor de la Argentina.

Las ya bautizadas “micro militancias” despertaron a cientos de miles de personas sin pertenencia partidaria u organizacional pero sí con fuertes convicciones ético-ideológicas, a salir a dar la batalla cultural en subtes, trenes, colectivos, esquinas, plazas. Papeles autoproducidos debajo de las puertas, cartas en la puerta de edificios para hablar a los vecinos, miles de mensajes texto, audios, videos autogestionados, dando la pelea a los que se pueda.

Cada una/uno se convirtió en un profesional de campaña: detectar lo que le molestaba a tal o cual indeciso y/o votante de Milei y tratar de ver por donde entrar sin más beneficio que salvar a nuestro país del desastre. La camiseta no fue de Massa en la mayoría de las veces sino la de la de Argentina.

Esta explosión hermosa da cuenta de los enormes resortes que todavía anidan en nuestra sociedad. Hay cosas que muchísimos no estamos dispuestos a entregar, no por lo menos sin pelearla.

Por otro lado, se junta de forma mucho más heterogénea el odio, también con sus micromilitancias. Casi todas y todos los que hemos salido a la calle estos días, sin estructuras ni aparatos, recibimos insultos, amenazas de todo tipo junto con aplausos y agradecimientos. Vómitos de odio junto a cercanías corporales que podían terminar mal si no fuese porque las y los grandes y chicos que asumieron la tarea de dar vuelta las elecciones sabían – sin que nadie lo coordine- que no había que ceder a las provocaciones.

Periodistas y medios frotaron la lámpara, corrieron los límites de lo habilitado, nos invitaron a vomitar y decir cosas indecibles. Apostaron a romper la línea de flotación de los básicos consensos democráticos. No salió el genio, salieron dos monstruos. Querían a Bullrich pero les salió Milei. Milei no es solo Milei. Es Milei y Villarruel a la que seguramente muchos en las bambalinas de la Libertad Avanza y el macrismo ven como la que en poco tiempo va a ser la presidenta. “La pichona de Videla” como dijo una piba, laburante de no más de 20 años, en Plaza Constitución ante el micrófono de Crónica.

Con nueve personas más hicimos, en el terremoto que estamos viviendo, un libro corto y de divulgación sobre la Argentina que se nos apareció en la cara con la elección de las PASO. “Ensayos Urgentes para pensar la Argentina actual” gratis en digital con la intención de que circule. Toda subida en redes, participación en medios, viene con amenazas varias. En mi caso particular y seguramente dado mi apellido, me sorprendió que no me dijeran esta vez, ni kirchnerista, ni peronista, ni “140% de inflación” ni “ustedes fracasaron”. Me decían y me dicen a mí y a varios con los que intercambie estas semanas “judío de mierda”, “comunista y judío de mierda”, “los vamos a matar”, “están muertos de miedo”, “seis millones se van a quedar cortos”, entre otras cosas.

Entre la armada brancaleone que está detrás del voto violeta, se encuentran exultantes y esperando su revancha, todos los neonazis, admiradores de Videla, del genocidio y de la negación del exterminio judío. Vimos estos días algunos referentes, una diputada electa, una de las mujeres más importantes de la campaña, destilando todo lo antes no estaba permitido. La bandera de Israel que agita Milei, como la agitaban Trump y Bolsonaro con todos los neonazis atrás como verdadera fuerza social, no es solo para engañar o mandar gestualidades, es desgraciadamente, un símbolo de estos tiempos.

* Sociólogo, autor de “La Caída de la ilusión al derrumbe de Cambiemos”, 2020 y compilador de “Ensayos Urgentes” para pensar la Argentina actual. https://www.editorialmarea.com.ar/catalogo/sociedad-2/ensayos-urgentes-194

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/618141-lo-peor-y-lo-mejor

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